- Área: 279 m²
- Año: 2010
-
Fotografías:Clarooscuro Fotografía
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Restobar Culinart surge como una apuesta por crear un local con un concepto de restauración de calidad a partir de un restaurante existente en un local con una inmejorable ubicación y un altísimo potencial. El proyecto consiste en la reforma parcial del restaurante, con la premisa principal de apartarse al máximo y con el mínimo coste de la imagen que presentaba el local anterior.
Por ello se decide mantener su estructura básica, la ubicación de las instalaciones y de las zonas de servicio; acometiendo los principales cambios en la configuración de su fachada y en los materiales interiores, además de puliendo su distribución interior. Un ejercicio de síntesis, buscando la sustracción en lugar de la adición.
La primera decisión y la de mayor trascendencia es cambiar su imagen exterior. Anteriormente las tres fachadas del local se cerraban con muros con diminutos ventanales aleatorios; obteniendo un interior cerrado, oscuro y desconectado del entorno. La nueva propuesta plantea crear una fachada más permeable, que lleva al interior a la amplia plaza en la que se encuentra, potenciando la comunicación visual entre interior y exterior. Para ello se crea una segunda piel sobre el nuevo acristalamiento, a base de una celosía de perfiles rectangulares metálicos que recorre casi la totalidad de la fachada.
Este cerramiento tamiza la entrada directa de la luz solar, permitiendo disfrutar del exterior a la vez que preserva mínimamente su intimidad, mientras que por la noche convierte al restaurante en una enorme caja de luz, que muestra veladamente la actividad que se desarrolla en su interior. Además en la fachada se conservan ciertas zonas totalmente diáfanas, otorgando ritmo a la composición y creando diferentes entradas al restaurante.
En cuanto al interior, se han eliminado los elementos innecesarios, simplificando al máximo los nuevos materiales utilizados. Por ello se ha procurado homogenizar los colores y texturas introducidas, jugando sólo con colores blancos y grises. Éstos aportan un aire fresco y moderno al local, a la vez que contrastan y potencian algunos de los elementos preexistentes, como son los muros de mampostería que recubren algunos paramentos del interior. Él último de los materiales que entra en diálogo es la madera de pino que se ha dejado en su color natural.
En cuanto a la distribución, se accede directamente a la zona de barra. Ésta trascurre paralela a la fachada principal y se remata en su inicio por un módulo de chapa plegada, que da la bienvenida a los visitantes a la vez que remarca el paso para el personal. Enfrentadas a la fachada y aprovechando los tres vanos que vuelcan esta zona al exterior, encontramos tres barras más.
Por otro lado, dado el doble uso al que se destina la zona de barra, se ha desarrollado una iluminación dinámica con sistema de leds RGB que entra en escena cuando el resto de la iluminación baja y el volumen de la música asciende levemente. Por último, pasando de nuevo por la entrada y antes de llegar a la zona de comedor se dispone una gran mesa de altura para taburetes, reservada para grupos que quieran degustar la carta de la zona de barra. Frente a ella, se encuentra una vinoteca en L con grandes paños de cristal de suelo a techo.
El comedor se configura como un espacio unitario y desahogado, donde destacan los grandes ventanales que conectan con el exterior, y la textura rectilínea y repetitiva de la celosía que se introduce desde la fachada y que ahora recorre el techo. En este caso, se ha sustituido el metal por listones de madera cumpliendo una importantísima función: mitigar la reverberación del sonido, tan común en esta tipología de locales. El techo al igual que el pavimento, un laminado de roble color grisáceo, se extiende por todo el local unificando cada una de las distintas zonas.
Por último en la zona trasera, se encuentra un pequeño salón que actúa como reservado. Esta zona hereda del resto el mismo concepto, materiales y estética. Sin embargo se diferencia por la flexibilidad en la distribución de sus mesas. Dada sus reducidas dimensiones se ha optado por distribuir el espacio a partir de un banco corrido en L que permite distintas configuraciones del espacio según el número de comensales por mesa. De esta forma a partir de la demanda, bien se convierte en la zona más íntima para disponer mesas individuales, o bien acoge actos o celebraciones de grupos con total independencia.
En definitiva, el restobar destaca por tener un interiorismo funcional, donde el diseño soluciona problemas; un interiorismo con valores sostenibles, que ha procurado rentabilizar y aprovechar al máximo los elementos preexistentes; y por último, un interiorismo atractivo capaz de despertar las emociones del público y aportar una experiencia al consumidor.